Siempre que escucho por los altavoces del parque de atracciones que se ha perdido un niño,
pienso que ese niño soy yo

8 de agosto de 2009

y sólo entonces seremos libres

Hace mucho tiempo, una vieja bandada de gansos estaba de paso en su lago camino para pasar el invierno. Pasaron cerca de un gallinero, y pararon unos días para descansar de su largo y agotador viaje.


Una vez repusieron fuerzas, prosiguieron su largo viaje, pero sin darse cuenta, se dejaron uno de los huevos que llevaban consigo. El huevo permaneció en principio solo y abandonado, condenado a no incubar nunca, pero las gallinas, lo cuidaron y adoptaron como a otro huevo más, y del huevo, al poco tiempo, apareció un hermoso ganso.


El ganso, creció como una gallina mas, y pasaron los días y fue creciendo, tal era la unión entre las gallinas y el ganso, que él se sentía uno más. Picoteaba el maíz, corría por caminos y jugaba alegremente con otras gallinas.

Llegó otra vez el verano y un día, vio como otros gansos pasaban volando por encima del gallinero, y pensó que a él también le gustaría volar. Pero claro, le sería imposible, pensó, ya que de todos es sabido que las gallinas no vuelan.


El ganso, hico un esfuerzo y con una gran sorpresa vio como remontaba el vuelo, y que con apenas esfuerzo podía volar, volar muy alto.


El ganso se sintió lleno de vitalidad, y felicidad, y en ese preciso momento, se dio cuenta de que no era lo que había pensado hasta ese momento y salió volando junto con otros gansos a los que se unió volando los espacios ilimitados.


Y es que muchas veces, nosotros, los seres humanos, al igual que el ganso, nos empecinamos en ser lo que no somos, estamos tan identificados con nuestros apegos, y afanes, que el ego y la personalidad se trasforma y nos ciega, y nos convertimos en ajenos para nosotros mismos. Ignoramos nuestra realidad más profunda. Vivimos rodeados de ofuscamiento, que lentamente se apodera de nuestras mentes creyendo que somos lo que realmente no somos. Y nos hace olvidar que podemos volar libres. Libres como un ganso.

Hoy soy un demonio feliz

Dicen que soy un ángel, pero no, ya me queda poco, voy a dejar de serlo y estoy estudiando para que así sea. Estoy asqueado, harto de que me golpeen dos veces en el mismo carrillo, de ser engañado, de que me maltraten, de que desprecien y de que me ignoren, pero sobre todo, de que me mientan.

Años llevo con estudios sobre la maldad y crueldad del ser humano, estoy aprendiendo a como ser un déspota, un presuntuoso y sobre todo un gran farsante, quiero devolverles todo el mal que me han hecho pasar, y sí, estoy a punto de ser un diablo, un diablo con buenos estudios y grandes metas y estoy estudiando para que así sea.

Ahora ando terminado mi tesis, y en cuanto la termine, me licenciaré y por fin seré el demonio que siempre quise ser.

Solo me queda una última prueba, y así poder licenciarme, y no es otra que esconder la felicidad para que el ser humano no la encuentre nunca jamás.

He pensado en esconderla en lo más profundo del mar, pero creo que no, seguro que alguien inventaba algún mecanismo que es capaz de llegar a lo más profundo y así dar con la felicidad.

Quizás sea mejor esconderla en el más remoto de todos los planetas, pero tampoco, está claro que tarde o temprano, el hombre llegaría allí, a los confines del universo.

Pero he dado con el escondrijo perfecto.

Ocultaré la felicidad en el interior del ser humano, estoy convencido de que están tan ocupados buscándola, que nunca se darán cuenta que la llevaban dentro de sí.

El ser humano, se empecina en buscar la felicidad en sitios que no existe y nunca se darán cuenta de que la felicidad la llevan a dentro, desde el momento en el que nace, tan solo tienen que aprender a buscarla en sí mismo. Y eso es algo, que por mucho tiempo que pase, nunca lo entenderán.

Hoy soy un demonio feliz.

Tengo pues, mi tesis terminada.



5 de agosto de 2009

Nunca dejes que el tiempo se pierda

El más triste de todos los finales de la historia de la literatura, es el final de Peter Pan, cuando los niños dejan de ser niños. Por eso, Wendy, nunca dejes de ser una niña, nunca pierdas tu inocencia, nunca dejes que el tiempo se escape, nunca dejes que el tiempo se pierda.

El tiempo ha pasado y Wendy es toda una mujer. Tiene una hija hermosa, tan hermosa como lo era ella cuando pisó por primera vez el país de Nunca Jamás de la mano de Peter Pan.

Wendy acaba de acostar a su niña, la habitación está a oscuras, de repente, se abren las ventanas de par en par, y contra en el cielo estrellado se recorta la figura Peter Pan.

-Wendy, vine a por ti, es el tiempo de la limpieza de la primavera, tienes que cuidar de mí y de los niños perdidos.-

Pero Wendy le confiesa que se ha olvidado de volar

- No malgastes en mí el polvo de las hadas.-

Peter Pan que aun es un niño no entiende nada.

Y Wendy le dice.

-Encenderé la luz para que comprendas.-

Y por primera vez en su vida, Peter Pan tiene miedo y solo acierta a decir.

–No, no enciendas la luz.-

Hoy, encenderás la luz, con la certeza de que si Peter Pan viene a buscarte, podrás sostenerle la mirada sin darle un susto de muerte.

Si Peter pan, viene a buscarte, no lo dudes, mira su cara, y emprende un urgente viaje lleno de vida.

Y Wendy, que no me entere yo, de que Peter Pan se marcha sin ti.