Siempre que escucho por los altavoces del parque de atracciones que se ha perdido un niño,
pienso que ese niño soy yo

21 de agosto de 2011

En estado de espera


Las palabras que lees, no salen de mi boca, es la voz de mi alma que retumba en mi cabeza.
Puedo estar horas conversando conmigo mismo y tener entretenidos conflictos de conciencia y mantener magistrales charlas conmigo mismo.
Además, cuando me apetece, puedo ser elocuente y magistral y en ciertas ocasiones hasta deslumbrante.
Este silencio, es el resultado del miedo a no elegir la palabra correcta en cada momento.
No puedo decir lo que pienso, aunque si pensar lo que digo y quedarme con la sabiduría de escuchar, mirar y aprender, y eso me otorga ventaja.
La ventaja de tener las respuestas preparadas.
Tan solo me queda decirte una cosa...
Pero eso, creo que ya lo sabes desde hace tiempo.


El diablo me enseñó a restar



Me equivoqué otra vez,

pinté un sol radiante

y al despertar me encontré

cajas llenas de mentiras debajo de mis pies.

No me lo voy a inventar,

Y quizás me haga de nuevo ver,

pero comenzaré por las esquinas,

por algún bar de alterne esta vez.

Comenzaré a vivir la media vida,

la que me aun me queda viva.

Y la mitad de tus recuerdos te los puedes llevar,

que de los demás, me ocupo de quemar.

Y aunque dejara de llover,

no te volveré a comenzar,

que el diablo me enseñó a restar,

y a no preguntar por qué.