Siempre que escucho por los altavoces del parque de atracciones que se ha perdido un niño,
pienso que ese niño soy yo

16 de mayo de 2013

Silencio


Recuerdo que un día me quedé en silencio, sin saber que decir, callado, en blanco, mudo. Fueron dos minutos, dos eternos minutos sobre un escenario, sin recordar una sola nota, ni siquiera el nombre de la canción. Los sentí como si dos vidas se paseasen por delante, como dos lunes que no acaban nunca, como el sonido perturbador de un grifo mal cerrado en la noche. Era un silencio que se mezclaba y se perdía con el sonido de la vida, como cuando en la quietud de la madrugada el silencio toma su protagonismo.

Silencio. Te puedo oír, sentir, vivir y hasta noto tu respirar. Contigo puedo oír el vuelo de una mosca, el zumbido de un ascensor, el traqueteo del camón de la basura, la lluvia que no cesa, el crujido de un viejo mueble o la queja de un enfermo, el vaivén de una cama y hasta las efusiones del amor…

Silencio, no eres más que la luz desnuda que habla por mí. Cuando me hablas, yo te escucho, sabes que te quiero, que te escucho, pero ahora hazme un favor y guarda silencio.