Me resisto a que brille la luz, que un techo roto deje pasar la lluvia que no siento. Deseo que los días comiencen antes de acabar.
Y por supuesto, llegado el momento, también he pensado en todo en lo que diré.
Diré que no había otra forma, que no había papel para escribir una carta. Que las palabras las tenía desganadas.
Soy quién soy, pero no recuerdo quién era, de alguna manera sería como tú ahora.
Puertas que no se abrían y los sueños compartidos no tienen con quién soñar.
Las palabras navegan solas, con pensamientos que no pueden pensar.
Cruzar al otro lado, donde las miradas son vacías y en cada esquina habita una celda de prisión compartida, donde aquel que olvida, está condenado a recordar.
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